Comentario
La sociedad de consumo se define tanto por los objetos como por los reclamos que se hacen para invitar a consumirlos y, lo mismo que las mercancías se sustituyen con gran rapidez, los reclamos -los carteles publicitarios- se renuevan al mismo ritmo, arrancando los viejos para sustituirlos por los nuevos. Este es el punto de interés de los décollagistes. Raymond Hains (1926), Jacques de la Villeglé (1926), el poeta Dufrêne, Deschamps y el italiano Mimmo Rotella (1918), que se unió a los Nuevos Realistas y mantuvo una actitud más figurativa que los demás, atentos al espacio urbano, se fijan en esos carteles desgarrados a los que nadie mira, porque no ofrecen nada para consumir y que son como cuadros informalistas con los colores vivos y alegres de la publicidad y con un componente matérico muy importante. Sacándolos de su contexto habitual -como Duchamp sacó el Urinario- y convencidos de que la mirada es la que crea, los convierten en obra de arte. A este grupo, como ha escrito Restany, pertenecen aquellos que "ponen en escena la naturaleza modernas los poetas voyeurs para quienes el mundo de la calle es un cuadro en perpetua elaboración". En 1957 Hains y Villeglé, que venían trabajando con carteles rotos desde 1949, hicieron una exposición de Affiches lacerés (Carteles desgarrados).Mientras otros miembros del Nuevo Realismo compran en el mercado de Las Pulgas trastos viejos o juegan con las máquinas inútiles, sin poder ocultar la nostalgia que subyace a sus actos, Martial Raysse (1936) utiliza las imágenes de la publicidad tal cual -gente eternamente joven, hermosa y sonriente- y los medios de esta sociedad, con los que rivaliza: neón, plástico, fotografía, colores ácidos...; los materiales nuevos, inorgánicos, brillantes, incorruptibles y puros de la vida moderna. Materiales sin pasado, que nunca han estado sometidos a las leyes del buen gusto y que le acercan a Warhol, al pop y a los Estados Unidos, donde expuso antes que en Francia. A finales de los años cincuenta fabricaba assemblages en cajas de plástico, con paquetes de lejía, espejos, juguetes, frases publicitarias, etc. En 1962 presentó en Amsterdam su primer ambiente, Raysse Beach, una piscina de plástico, toallas de colores, césped artificial, fotos de chicas artificiales -maniquíes- de tamaño natural en traje de baño, coloreadas de amarillo, verde y magenta, y calor artificial, de estufas eléctricas: el ideal moderno de felicidad. A partir de 1969 la vulgaridad y el mal gusto que plantea en sus obras de estos años, como los cuadros espantosos (tableaux affreux), desaparecen y Raysse emprende un rumbo completamente distinto.Quizá fue Niki de Saint Phalle (1930), una francesa de formación americana, la que menos se alejó de las formas tradicionales, aunque los medios empleados para ello no lo fueran en absoluto. Conocida como la pintora que dispara, hacía cuadros-sorpresa, colocando bolsas o botes de pintura sobre el lienzo y disparándoles con una pistola; la pintura salía y hacía el cuadro, que resultaba bastante parecido a un dripping de Pollock, pero un poco menos serio. Su primera exposición en junio de 1961 en la galería J se llamaba Fuego a voluntad y la galería se convirtió en un campo de tiro. Buena parte de su trabajo se ha centrado en torno a la mujer: después de construir figuras femeninas con materiales de desecho, en 1964 inició la serie Nanas -un nombre ligado a la mujer frívola en la tradición francesa-, grandes esculturas de mujeres poderosas pintadas de colores brillantes, que guardan recuerdos de artes primitivos y de artistas contemporáneos (Picasso, Miró y Gaudí).Gerard Deschamps pone en cuestión el mundo femenino, por medio de acumulaciones de lencería, patchwork que juega con el fetichismo de la publicidad y el cine.